Tengo presente aquella imagen de que “estamos todos en la misma barca”, y cómo abrió la discusión de embarcaciones y oleadas. Probablemente haya tantas naves y mares como personas, pero nadie puede negar que han sido años de sacudones.
En el plano personal —y particularmente como familia— venimos también de movimientos en varios frentes que nada tienen que ver con la pandemia. Y vaya si se ha puesto en juego, especialmente en un momento de distancias físicas, la idea de acompañar y dejarnos acompañar. Mi descubrimiento personal ha sido lo difícil que es compartir con otros el dolor sin más.
Varios bienintencionados responden, ante el compartir de una mala noticia, con un análisis positivo de la “oportunidad para mejorar”, el “aprendizaje para valorar otras cosas”, pero he caído en la cuenta de cuánto necesitamos rumiar el durísimo diagnóstico, la decisión forzosa, la misma muerte.
Seguramente espejando mi propia personalidad de “siete”¹, cada intento de dar ánimo del estilo de “lo que sucede, conviene” fue un puñal que abrió más la herida. Diría que no, no siempre conviene, ocurre, toca, pasa ...y hay que arremeter, con esperanza y con confianza en el Señor —que está firme aunque a veces hasta cueste sentirlo—, pero con dolor. En ese dolor en el que la compañía se hace más silencio que palabra hubo muchos por quienes agradezco: familiares, amigos, compañeros de comunidad, “vecinoamigos”...
Y para mí de los aprendizajes más fuertes fue —y es— habitar la tristeza, evitando pasar a la pantalla siguiente como en un videojuego frenético con la alegría como meta. Se trata de dejarme acompañar en la oscuridad total y poder acompañar desde ahí también².
Quisiera pedir que también en las malas sigamos caminando desde la fe y en comunidad, teniendo en cuenta que solamente aprendiendo a estar tristes experimentaremos la profunda y genuina alegría.
Agustina Langwagen (Mosaico-Illapel).
¹ En el Eneagrama la tipología de personalidad “siete” se caracteriza por el temor al sufrimiento y la positividad.
² Video Brené Brown sobre la Empatía
Tu reflexión sobre el tema es iluminadora .poder vivir el dolor como tu lo planteas es una Gracia, regalo del Espíritu que nos acompaña siempre. Gracias por compartir las vivencias. 😊