Agradezco la invitación a escribir para dar un testimonio de mi vida, detenerme para leer mi historia, mi camino, en clave de ser constructor de nueva humanidad, como decía la canción. Hoy me encuentro disfrutando y celebrando la vida, agradeciendo tanto bien recibido, tantas personas que me han acompañado, sin olvidar los momentos de prueba e incertidumbre que se fueron superando como invitación a confiar en Dios.
Mis raíces las tuve en mi familia, poder sentir el amor de mis padres, sobre todo de mi madre Isabel, que nos regaló con su ejemplo el preocuparse por el otro cotidianamente, no dar importancia a lo material y sí a toda persona.
El camino de fe se fue fortaleciendo con una educación mariana (Hnos. Maristas), teniendo a María como eje, todo don y humildad, que nos enseña a saber estar cercana y disponible.
Luego vino una etapa fundamental en la reafirmación de mi fe y del compromiso cristiano, en la participación del grupo de jóvenes en la parroquia Tierra Santa con los vascos franciscanos, en una época de fuerte compromiso de la iglesia uruguaya, corrían los años 1968 en adelante. Consejos parroquiales donde todos éramos co-responsables de las tareas pastorales.
Alli descubrí y aprendí a vivir la espiritualidad franciscana, sintiéndome parte y responsable de la Creación toda.
Es en estos años que comienzan a gestarse los aportes del Concilio Vaticano II en la Iglesia Uruguaya. Surge a impulso de Mons. Carlos Partelli, la Pastoral de Conjunto, y ésta nace en un ámbito de consulta SINODAL, en los plenarios trabajábamos y aportábamos todos. Así se construyó aquel proyecto con la participación de todos.
Llega un período donde fui asumiendo responsabilidades pastorales, colaborando en la fundación de la pastoral juvenil, pastoral arquidiocesana, llegando a formar parte del Equipo de Animación Pastoral junto a Partelli. Un precioso período, fermental, de mucha esperanza, en el mismo período que en nuestro país vivíamos la dictadura militar. Acompañando a familiares de presos de la dictadura, a huelguistas, siguiendo con la canción, sentirme “parte de la creación de nuestra historia”.
Fue una etapa de diez años que me marcaron, afianzaron más mi fe, sentirme parte de la Iglesia, guiada por el Espíritu, pero consciente que es llevada adelante por hombres y mujeres.
En Tierra Santa nos conocimos con Marila, estábamos integrados a un grupo de jóvenes.
Nos enamoramos y comienza la etapa de pensar, soñar y construir juntos una familia cristiana, como opción, vocación y compromiso, con la disponibilidad de ser una casa de puertas abiertas. Esta etapa que comenzó hace 43 años, hoy sigue renovándose cada día, con llegada de cinco hijos, tres nueras y un yerno; dos nietas; con hermanos, con sobrinos y también despedidas, con crisis y con crecimientos; con cansancios y compromisos y con una comunidad que nos acompaña y sostiene.
En esta etapa supimos disfrutar de los momentos de ver crecer a los hijos, acompañarlos en su educación, fuimos aprendiendo con ellos y de ellos. También tuvimos momentos de salud complicados con un hijo y aprendimos a ponernos en las manos de Dios. Son los momentos que uno siente a Dios en la cercanía de la familia y amigos.
Convencidos que el camino los cristianos no podemos hacerlos solos, llega la etapa en CVX, nuestra pertenencia a nuestra comunidad Inchalá, desde hace 13 años. Aquí comenzamos a vivir la espiritualidad ignaciana, que habíamos comenzado a conocer a través de nuestros hijos.
Por el año 2010, un amigo diácono, me invita a hacer discernimiento para diaconado permanente. Sentí que esta misión de servicio, me estaba llamando y comencé el proceso. En este proceso la comunidad fue mi lugar privilegiado para el discernimiento y el envío de la comunidad, la compañía fundamental de mi nuevo trabajo pastoral. Marila en el inicio de esta etapa no estaba convencida, también tuvo que hacer su discernimiento. Me ordené en el 2016.
Me fui integrando más a la parroquia Sagrado Corazón, en los equipos de encuentros de pastoral sacramental bautismo y novios.
Fui delegado de CVX al departamento de laicos (DELAI) de la CEU, y luego tuve la tarea de ser su secretario, allí trabajé junto a laicos de todo Uruguay con el novel obispo auxiliar, Daniel Sturla.
Cuando CVX asume la responsabilidad junto a la comunidad parroquial en Fátima, con algunos compañeros de mi comunidad y otros de CVX, colaboré en los encuentros de bautismo.
En CVX junto con Marila acompañamos por cinco años una comunidad de jóvenes adultos, siendo testigos de sus búsquedas, y desde hace cuatro años con Mariana acompaño una pre comunidad.
He participado y participo del MAGIS V, con compañeros de CVX y no CVX, siempre queriendo dar razones de mi fe.
Habiendo participado en el 2015 de la experiencia del Reloj de la Familia con hermanos de CVX Latinoamérica, nos integramos al equipo uruguayo que con esta herramienta para CVX y el resto de la Iglesia, quiere colaborar en el proyecto familia, contagiando “que siempre estás a tiempo si te das tiempo”, en la construcción de la familia.
Hoy participo en el equipo de formación de diáconos permanentes y en la Pastoral Social-Cáritas como vicepresidente.
Gran parte de mi historia fueron los años de trabajo, congujar las responsabilidades laborales en cargo gerenciales con defender la dignidad del trabajador, tuvo muchos costos personales, incluso quedarme sin trabajo. Sigo convencido que valió la pena.
Ha sido una oportunidad fantástica (al decir de mi querida Susana Arregui) para caer en la cuenta lo que me ha tocado vivir, haber transitado por diferentes espiritualidades que se complementan y así ir conociendo un poco más a Dios, pasar por el corazón los momentos más significativos, volver a reír con las grandes alegrías, o llorar por algunas tristezas, por las pérdidas de los seres queridos, pero siempre intentando ver la mano de Dios acompañando y acariciando en todos ellos. Seguir queriendo a la Iglesia, pero saber que no es el único camino y además si es mi camino, debo transitarlo acompañado y construirlo con mis compañeros.
Hoy el mismo el Señor me habla y me sigue invitando desde mi fragilidad y mis limitaciones, con Marila, ha seguir sirviendo y trabajando por su Reino aquí y ahora.
“Hombres nuevos creadores de la historia
Constructores de nueva humanidad”
Canción con la que entramos el día de nuestra boda 27/09/1979.
Carlos Saráchaga (Inchalá)
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