Hace un mes concluimos en Uruguay el proceso de formación en la metodología de las 4 Estaciones. Se trata de una herramienta diseñada por la CVX de España y apoyada por la Universidad de Comillas que busca acompañar en el proceso de sanación a personas que han pasado por un divorcio o una ruptura de pareja.
La herramienta propone un proceso en el que se busca ayudar a estas personas a transitar el tiempo de duelo y sanar heridas de modo de poder ‘florecer de nuevo’. El material fue elaborado tras varios años de trabajo con hombres y mujeres que pasaron por esta ruptura y este duelo, buscando identificar los tiempos por los que transitaron, los dolores y los elementos que los ayudaron a reconstruir su proyecto personal, de familia y también dentro de la Iglesia.
Es una herramienta que se apoya en la Espiritualidad Ignaciana y que como tal invita a sentir con el corazón y la razón lo vivido, reencontrarse con su proyecto personal y sentir el amor y la presencia de Dios en su vida.
En este camino de formación fuimos acompañados por Elena Andreoni, cevequiana uruguaya radicada en Barcelona. Ella fue enviada por esa comunidad para enseñarnos a usar la herramienta y poder ofrecerla en Uruguay a aquellas personas que tras una ruptura quieran pasar por este proceso.
Nuestra etapa de formación duró unos nueve meses y en el camino nos integramos al grupo de 4 Estaciones de España que continúa formándose virtualmente con apoyo de expertos en distintos campos que comprenden la herramienta, psicólogos, acompañantes, etc. Esto nos implicó e implica (porque seguiremos formándonos allí) participar de talleres varios domingos al mes, que dado que se dan desde España, comienzan en la madrugada. En estos encuentros pudimos ver rostros y escuchar los testimonios de compañeros que llevan tiempo en este desafío y misión de acompañar a otros en el proceso de reparación y reformulación de su vida. Pero también nos encontramos con otros compañeros que estaban como nosotros en el camino de formación y planteaban las mismas dudas e inquietudes que teníamos en nuestro grupo.
Allí tuvimos el privilegio de escuchar a expertos en distintos aspectos de la formación para esta herramienta, en lo psicológico, en lo espiritual y en la metodología propuesta. El aporte desde lo psicológico fue muy rico y fundamental para comprender los procesos y temores que experimentan las personas frente a una ruptura. El aporte desde lo espiritual fue también muy importante ya que se trata de una herramienta que contempla a la persona toda y rescata la espiritualidad como un elemento fundamental para la recuperación. Pero además pudimos apreciar la profunda sintonía entre la Espiritualidad Ignaciana y la herramienta de 4 Estaciones que tiene allí una de sus fuentes más ricas.
Nuestro trabajo en Uruguay fue intenso, allí experimentamos la herramienta en forma directa y compartimos su impacto en nosotros ya que se trata de un proceso muy removedor tocando nuestra propia experiencia de dolor. Pero además en este tiempo tuvimos el privilegio de sentirnos parte de una comunidad grande junto con la CVX de España, que quiere dedicar su tiempo y su energía a acompañar a otros.
Nuestro grupo en Uruguay está compuesto por 8 participantes, la mayoría de CVX y otros vinculados a la Espiritualidad Ignaciana. En él hay personas divorciadas, viudas y casadas. Para todos ha sido una experiencia removedora ya que la formación nos ha implicado pasar nosotros mismos por las 4 estaciones, por los cuatro tiempos de duelo, dolor, renacimiento y esperanza.
Ahora que terminamos el proceso básico seguimos ampliando nuestra formación con el grupo ampliado, pero también estamos comenzando el proceso de ofrecer este servicio a aquellos que luego de una situación de ruptura deseen transitar por este camino de ‘reorientación y reparación’ personal. Nuestra idea inicial es ofrecerlo a los miembros de CVX o personas cercanas a la Espiritualidad Ignaciana, pero luego también ponerlo al servicio de la Iglesia local y de los cristianos que lo necesiten.
Los miembros de nuestro grupo llegamos aquí por distintas motivaciones, por rupturas personales o por haber acompañado en estos procesos a familiares, amigos o miembros de nuestras propias comunidades. Sentimos que estas situaciones cargadas de dolor y necesitadas de apoyo no pueden quedar desde la Iglesia dejadas de lado, huérfanas y sin compañía. El llamado del Papa Francisco a acompañar a estos cristianos fue lo que movió a la CVX en España y en otros países a buscar herramientas inspiradas en nuestra propia Espiritualidad Ignaciana para acoger y fortalecer a estos hermanos.
Como miembros de CVX de Uruguay y de la Iglesia sentimos que este puede ser un servicio valioso a prestar a quienes lo necesiten. Creemos que no podemos ser ajenos a esta necesidad y que contamos con un tesoro que no debemos esconder debajo de la mesa, queremos ponerlo al servicio de los demás y confiamos que la Comunidad Nacional nos acompañe en esta misión.
Mariana Pomiés (Namasté)
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