“Esto es diciembre papá”. Esta sabia frase de un personaje periodístico describe perfectamente estos días previos a la Navidad en Montevideo. El caos y el “cómo salga” reinan en la ciudad, en un finde año que parece se multiplicó en su locura por el diciembre que vivimos guardados el año pasado.
Esta creo que es una condición de nuestra locación geográfica. Junto a Navidad se suma el finde año, las ferias o vacaciones, Reyes. Y hace que los últimos días de diciembre se vivan con la misma urgencia del 30 de abril: se termina el mundo porque mañana cierra el súper.
Para mi es una Navidad un tanto especial. Mi hermana se mudó a Minnesota, y viví el adviento de mis sobrinos a distancia. Y caí por primera vez en la cuenta de las diferencias. Acá con el calor los lugares para comer, los espacios públicos están poblados. Allá la nieve hace que reine el silencio y La Paz en la vía pública.
La necesidad de llenar ese silencio hace que se multipliquen los adornos, luces, chirimbolos y más. El consumo también reina por el Norte. Pero mi hermana logró en medio de todo ese brillo hacer un pesebre con cartón usado y una huevera. Y esto me dejo pensando…
Siempre me llamó la atención esta fiesta en la que celebramos el nacimiento de Jesús, y creemos que de algún modo vuelve a nacer en nosotros. ¿No hay algo de un Dios que reutiliza nuestro corazón para nacer? ¡O de reciclaje? En cuanto a que nuestra esencia es la misma pero con más experiencias que el Señor logra usar, reciclar, dar un nuevo sentido al venir a nuestra vida.
Tal vez la navidad se trate de eso. De encontrar momentos de paz, aunque sin nieve, que nos permitan tener un momento de reflexión donde le dispongamos al Señor ese “material” que queremos que revalorice, le de nueva vida, nuevo sentido.
A diferencia de mi hermana, me regalaron un pesebre, ojalá dure lo que duro el de mi abuela, unos 50 años o más (y si al burro le falta una oreja es también parte de la historia de esta fiesta). Estos pesebres son también amigables con el medio ambiente, porque reutilizar, es tan importante como reciclar.
Y esto es para mi vivir una Navidad desde la ecología integral, lograr salir del ruido. Porque al final de esa noche de espera, de fuegos artificiales, de asado o comidas típicas, no importa que comimos, que tomamos, que nos regalaron, y si el pesebre era de cartón o de cerámica. Lo que importa es si le permitimos entrar al carpintero y que acomodara nuestro pesebre interno.
Sofía Rossi (Bartimea), integrante de la Frontera Ambiental.
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