Ya hace tiempo que perdí la vergüenza de decir "me voy de retiro". ¿Vergüenza en espacios donde irse de retiro, a hablar con Dios? Parece una cosa pasada de moda o de locos. La realidad es que cada vez que regreso me pregunto cómo podría sin esta herramienta tan poderosa. Y si para mi es tan poderosa y nutritiva, como no compartirla.
Hace muchos años conocí la experiencia de los Ejercicios Espirituales, un "modo de rezar" desarrollado por San Ignacio de Loyola. Pido disculpas si algún experto en ejercicios lee alguna definición no tan exacta, estoy abierta a correcciones. Esto es solo mi experiencia personal y algunos apuntes que tomé.
¿Para qué ejercitar el espíritu? Para ordenar la vida. Y en eso ordenar sentimientos desordenados. Poder identificar el buen y el mal espíritu hablándonos. Esta experiencia de tener dos vocecitas que nos hablan las tenemos todos. Creyentes y no creyentes.
Poder identificar cuando estamos consolados y desolados, y en cada uno de esos estados, tener herramientas para saber cómo actuar.
Y al final de todo ese camino, poder Discernir. Discernir la mayoría de las veces entre cosas que a primera vista parecen todas buenas. Pero hay una que es más buena. O hay otra "disfrazada" de buena. Y pudiendo discernir bien, elegir lo que nos hará felices.
María Noel García (Ágape)
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