Al igual que nuestro cuerpo requiere cuidado físico, el alma también necesita hacer ejercicio. Algo así decía San Ignacio. Toda aquella persona que hace los Ejercicios Espirituales va con diferentes expectativas. Para reflexionar y rezar antes de tomar una decisión importante, para mantenerse cerca de la presencia de Dios, o simplemente, buscando unos días alejado del ruido de la rutina, que tanto nos distrae de nuestra relación con Él.
Yo fui a la primera tanda de los EE:EE con ese objetivo. Nunca había hecho los Ejercicios de manera tradicional fuera de Castores, y necesitaba un poco cortar con diferentes hechos de mi vida personal que me estaban bajoneando. Un poco de cercanía a Dios no vendría mal. Es más, siempre hace bien conectarnos con nuestro Padre, ya que él es guía en este complicado mapa que es la vida.
Durante esos días, sentí una cercanía especial a Jesús, lo sentía a mi lado. Mirando a mi historia de vida en la fe, fui viendo cómo sus enseñanzas fueron formándome en la persona que soy hoy en día, en que aspectos fui mejorando, y en qué lugares de mi corazón debía trabajar. Todo lo que rezaba giraba alrededor del Servicio y del Amor. Más que nada cómo el servir es una de las formas más cotidianas y poderosas de amar. También fui rezando sobre mi Principio y Fundamento. ¿Qué son esas cosas que mueven mi alma? ¿Qué le dan sentido y dirección a mi vida? ¿Qué pide Dios de mí con estas herramientas que tengo a mano?
Me vino muy bien rezar sobre estos temas. Estoy terminando la facultad, transicionando a esta parte de mi vida dónde debo buscar formas de cruzar a la otra orilla. Dios nos da diferentes herramientas y nos propone diferentes caminos para llegar al otro lado.
Fueron días muy bien aprovechados en la Floresta. Cada uno de los participantes nos fuimos con algo. Estoy seguro que yo si. Ahora viene lo más difícil, que lo rezado no quede en esos 4 días, si no que de a poco, podamos llevarlo a nuestro día a día. A dejar de lado ese ruido que nos distrae y cambiarlo por el silencio que nos proporciona la paz del Alma. Dios nos pide vivir sirviendo y Amando con las enseñanzas de Jesús. Y debemos hacer eso no solo para mejorarnos a nosotros mismos, si no para dar vuelta los pequeños mundos de aquellos que nos rodean. Debemos creer que podemos, rezar para que podamos, y accionar para que así sea.
En todo amar y servir.
Alfonso Campomar (de Caro y Seba)
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